Recien llegada

Andaba por la ciudad, estaba buscando por donde se encontraban las casa.... pero mi sentido de la orientación, no estaba muy bien, últimamente. Empecé a mirar por todos lados, pero nada, al final me senté en un banco, y suspiré.

-¿Por qué a mi?-

dije con los ojos cerrados, y removiendome mi larga melena rubia

Forks. El lugar donde recientemente me había mudado. Simple pueblito. Complicada vampira. Mi vida era un remolino de problemas pero todos tenían un punto en común: Él. Había arruinado mi vida por completo, convirtiéndome en un ser que muchas veces odiaba ser y condenándome para el resto de mi eternidad.

De no ser por él no estaría hoy en este pueblo, queríendome independizar después de estar cien años con una familia vampira en Londres.

La primera vez que elegía algo por mí misma. Que nadie me decía "Kathleen haz esto" y parecía que lo había hecho bien. Independizarme, suena bien, claro que sí, pero también suena a soledad, o por lo menos para el tipo de vampira en el que me había convertido. No era arisca, pero no era ese tipo de personas que salen a buscar diversión por la vida por mi impresionante pesimismo.

No hacía mucho que me había instalado en Forks y salí a dar una vuelta por el pueblo. Caminaba sin rumbo. Veo a una humana que parecía estar perdida, miraba para todos lados, no sabía bien que le sucedía. La escuché quejarse cuando estuve un poco más cerca. Decidí acercarme, qué podía perder? Me senté a su lado y busqué una voz en mi mente que sonara lo más normal posible y le pregunté - Te sientes bien? -