Paseando [Libre]

Había aparcado el coche hacía ya un rato, paseaba por las calles desiertas de Port Angeles, hacía viento. La brisa enredaba suavemente algunos de mis rizos, debía estar espantosa. No estaba agotada, como solían estar los humanos después de un largo viaje. Puesto que no era humana, una razón logica y suficiente. Me alegraba no cansarme tan facilmente, era aborrecedor. No había nadie por las calles, miré al suelo y me detuve. No sabía dónde ir. Ir al cine sola era demasiado patético. Absurdo. No me importaba lo que pensaran. Pero tenía miedo de que los pensamientos me invadieran de nuevo. Apoyé el tronco sobre una de las farolas que iluminaban la calle. Ya había oscurecido. Podía notar el frío aire que se movia frente a mi rostro, me gustaba esa sensación. Me gustaba el viento. Suspiré. Había ido a Port Angeles para nada?

Todavía estaba apoyada en aquella dura farola, mirando la luna llena. Llevaba dos horas ahí, inmovil, como una escultura. Las calles continuaban desiertas, de vez en cuando algún coche recorría a toda velocidad la carretera más cercana. Había estado dos horas allí, pensando, ¿qué habría ocurrido para que nadie estuviera en la calle? ¿Había alguna especie de toque de queda? Crucé los brazos frente a mi pecho y los apreté fuerte. Si nadie había pasado por allí en unas horas nadie lo iba a hacer. Las noches eran aburridas ya que todo el mundo estaba en sus casas : cenando, durmiendo... Menos nosotros, los vampiros. Me había mudado a Forks porque sabía que por allí había más de mi espécie. Sabía que estaba el aquelarre de los Cullen, y que había otros muchos sueltos. Algunos vegetarianos, otros no. Me estremecí, no supe porque, sabía que había otros vampiros que no aceptaban la sangre animal. Era obvio que la humana sabía mucho mejor, y el aroma era fabuloso. ¿Pero que importaba eso si estabamos hablando de seres vivos, de personas? Saqué las llaves del coche del bolsillo trasero de los vaqueros ajustados que llevaba puestos. ¿Sería ya la hora de irme a casa? Me quedé mirándolas, estaba completamente segura de que nadie interesante iba a aparecer por allí a esas horas, pero por otro lado me apetecía continuar contemplando la luna y reflexionado sobre aquello. Guardé de nuevo las llaves en el bolsillo y me senté en el escalón que daba a la carretera y me apoyé en la farola de nuevo, que iluminaba mi rostro con un color amarillento.

Off: Hija mía... uff... escribes muy bien. Con tu permiso entro a escena que quiero conocerte.

La luz era escasa, las farolas daban un aire estrafalario al ambiente de aquella noche como a toda la zona de la avenida por donde estaba paseando tranquilamente. Esa noche era extrañamente inconfundible a las demás por que no había un alma, ni con mi instinto asesino encontraba a alguna victima donde podría divertirme libremente hasta que me cansara de ella. Llegando a una esquina vi a la lejanía a una chica apoyada sobre una de las tantas farolas que descansaban allí en el pavimento, mirándola fijamente pude comprobar que no despertaba mis ansias de la sangre por lo que supuse que era otra vampira como yo mismo y el resto de los seres inmortales de este mundo.

Con paso lento y movimientos bien masculinos anduve hasta donde se encontraba aquella mujer, quedándome de pie allí la observe sin mediar ninguna sola palabra en un principio cuando de pronto y sin previó aviso incline mi cuerpo un poco hacia delante para cogerle la mano y besársela suavemente con mis labios.-Buenas noches bella dama...Dije con una medía sonrisa en mi rostro al mismo tiempo que alejaba mi mano de la suya y de mi boca para incorporarme en un movimiento rápido y completamente limpio.

Observando sus ojos pude ver que estos me reflejaban tristeza al igual que sus pensamientos...-¿Por que estas triste mi niña?.Mi forma de hablar alguna veces era algo confundible pero era la única manera de expresarme con estos años que había aguantado mi cuerpo y mi espíritu joven aun.

Me sorprendió no estar sola en aquella desierta avenida. Ya había consumido todas mis esperanzas en encontrar a alguien. Observé sus ojos rojos durante un instante. Me preguntaba que haría aquel vampiro carnívoro merodeando por la ciudad de Port Angeles a esa hora, ya que no había apenas humanos interesantes para cazar. Pensé durante un instante la respuesta adecuada. No sabía con certeza que expresión denotaba mi rostro.- No estoy triste.Dije de forma cortante con mi voz suave y cálida mientras le miraba. - ¿Debería estarlo? Pregunté mientras enarcaba una ceja con incredulidad.A veces me comportaba de esa forma, atacante. Como si fuera una niña pequeña reclamando sus caprichos o haciendo pucheritos. Era algo que me ocurría en determinadas ocasiones, no supe porque en ese momento me había comportado así. Resultaba vergonzoso, demasiado infantil. Infantil a los ciento trece años. Más bien ridícula. Suspiré y desvié la mirada hacia el cielo.

Observé sus hermosas facciones durante un instante y después desvié la mirada hacia el suelo. Tenía claro lo que sentía, no temía que él me hiriera. No lo iba a conseguir, al fin y al cabo yo también era una vampiresa y por tanto un millón de veces más fuerte que una simple humana. Simplemente era mi forma de ser. Levanté la mirada y la situé en sus ojos rojos como la sangre. Una sonrisa se abrió paso entre mis labios y solté una carcajada. - No es eso. Dije sin borrar la sonrisa de mis hermosos labios.

Volví a agachar la cabeza para mirar el asfalto de la carretera. - Y no, no soy de por aquí. Mi sonrisa desapareció y volví a mirarle. Esta vez hablé con un tono más serio de lo habitual. - Me llamo Anastasia, Anastasia Russell. Dije tendiéndole la mano para estrecharla con la suya. - Nacida el nueve de abril del año 1896 en Las Vegas. Sonreí de nuevo y continué, esta vez con una media sonrisa. - ¿Y tú, cómo te llamas? Pregunté con curiosidad.

Off : Perdona que mi post sea tan pequeño (como los otros ) pero estoy falta de inspiración. xD

Su repentino cambio de humor me alarmo y mucho mas aquella carcajada que me sonó como los ángeles, no lo niego. Observando ese cambio de facciones hizo que alzara mis ojos ante los suyos y en mis cejas se dibujara una interrogación.-Siento si salte con eso de buenas a primeras, pero su rostro me estaba diciendo todo lo que pensabas... no siempre es bueno poder escuchar los pensamientos de los demás.

No me estaba disculpando, era el don que tenía y con el que viví durante mas de sesenta años siendo vampiro. Escuchando su nombre y viendo su mano como se acercaba hacia mi, yo alcé mi mano y roce con mis dedos su piel.-Anastasia.. un bonito nombre para una vampira muy hermosa.En mi rostro se dibujo una sonrisa y luego tras soltar aquella mano con delicadeza le respondí en un tono suave y seductor.

-Kaneda Matzuki bella dama.. a su servicio para lo que desee.Al decirme su edad, supe de inmediato que yo era muchísimo mas pequeño que ella, yo no superaba ni por asomo el siglo.Yo nací en Japón y si no recuerdo mal... Mmm... supero los sesenta años mas o menos, ya no cuento los años si te digo la verdad.Dije colocándome la mano en el mentón y me giré hacia ella al decírselo.

Off: No importa, cuando quieras dejarlo me lo dices ^^.. que no hay obligación.

Off : Perdona, no me había dado cuenta de que ya habías contestado.

Puse los ojos en blanco al comprenderlo todo. No era algo que me sorprendiera, sabía que muchos vampiros tenían ese don, y a pesar de no haber convivido con muchos, sabía como funcionaba todo aquello. - Vaya, asi que tu eres uno de esos vampiros que leen la mente. Musité palabra por palabra intentando ser cortés.

No tenía nada en contra de ese tipo de vampiros, pero me molestaba no poder tener intimidad en mi mente, era mía y de nadie más. ¿Por qué tenía que entrar nadie a hurgar en mis pensamientos? Intenté mantener mi mente en blanco pero me fue imposible, suspiré rindiéndome. - Gracias, sois todo un amable caballero. Dije alzando una de mis comisuras labiales. Levanté la mirada hacia el cielo y después la fijé en sus ojos, que se oscurecían poco a poco. Probablemente estaría intentando cazar cuando se topó conmigo - pensé.

- Bonito nombre el suyo también, apuesto caballero. Observé lentamente su posición y asentí. - Interesante Mascullé y después apoyé mi barbilla sobre la palma de la mano y cerraba los dedos hacia el interior. Intenté analizar su expresión mientras el silencio se hacía cada vez más largo. Puse cara de poker mientras le observaba, ya que podía leer mi mente, no quería darle el placer de leer mi rostro también. Me sentía como un libro abierto cuando estaba cerca de algún vampiro con ese don. Bufé en mi fuero interno y desvié la mirada hacia mis pies, que descansaban en el suelo encerrados en unas sandalias de color beige. Intenté mantener mi mente distraída, para que no pudiera entrar allí ningún intruso. Asi que durante aquel silencio aproveché para traducir mis canciones favoritas al francés y después al latín. El silencio se hacía eterno y mi mente procuraba trabajar lo más rápido posible.

De repente, rechacé esa idea y rehuí a mis pensamientos. Cambié de posición bruscamente para poder mirarle más fijamente. - ¿Cómo te sientes al...? Ya sabes,- hablaba tan rápido que las palabras se atropellaban unas a otras y no supe como expresarme - al leer las mentes ajenas Concluí y respiré hondo, no era necesario para un vampiro pero sentí que un poco de oxígeno no me haría daño. Le miré esperando una respuesta, a pesar de mi nerviosismo la voz había salido de mi garganta dulcemente y sin avasallar. Estaba impaciente pero al menos no lo había expresado, eso me aliviaba. Aunque gracias al don de la telepatía él iba a saber lo que pensaba. Aquello arruinaba un poco mis perspectivas pero una pizca de actitud triunfante seguía ahí, escondida en alguna parte.

Uno de esos vampiros que lee la mente. ¿Lo era? Si, claro que si... aunque debía admitir que no me agradaba del todo, al igual que a los demás a mi no me gustaba que se metieran en mi mente y hurgaran a su antojo. ¿Por que debería hacer yo lo mismo que detestaba?-Si soy uno de esos vampiros que lee la mente, pero no te preocupes que si puedo evitarlo y me cueste hay veces donde consigo mantener mi habilidad a raya.No es que me estuviera disculpando con ella, yo no debía disculparme por una habilidad con la que nací al ser convertido en vampiro.

Observé sus movimientos, estos finos y delicados gestos al hablarme. Como se estaba conteniendo para ser cortés conmigo como yo lo estaba haciendo con ella.-No hay nada que agradecer...mostré una sonrisa encantadora cuando alcé mi barbilla hacia el cielo encontrándome con aquella obra de arte, preguntándome como podía existir algo tan hermoso como aquello en este mundo lleno de destrucción y desdicha.-No te preocupes por cosas tan irrelevantes, no voy a cazar delante de una dama y mucho mas si esta es vegetariana. Mis palabras fueron sutiles, pero a su vez cortantes como si estuviera cortándolas con el filo de una navaja. Bajando mi rostro al sentir una suave brisa en mi piel, la miré fijamente para volver a centrarme en su siguiente comentario. ¿Bonito mi nombre? Nunca pensé en mi nombre así y mucho mas si era japones... aun no llegaba a entender como me colocaron mis padres un nombre así de extravagante como extraño en si.

-Gracias por el cumplido. Musité dulcemente al clavar mis ojos oscuros en los suyos y ver como eran, estos reflejaban un color ámbar muy hermoso.-¿Que te resulta tan interesante?. Pregunté evitándome mirar dentro de su cabeza, no deseaba saberlo antes de tiempo y si digo la verdad refería mil veces antes que me lo dijese con su fina y delicada voz que me hacia recordar a un suave timbre de campanillas sonando.

Sin saber como o sin querer empecé a leer en su mente letras de canciones, estas estaban siendo traducidas por ella misma y eso me desconcertó de un modo alarmante.-Anastasia no voy a leer tu mente... si no deseas que lo haga puedo controlarlo dentro de mis posibilidades.Amplié la mueca de mi sonrisa al mirarla cuando de pronto su nueva pregunta hizo que mis ojos se abrieran rápidamente.

-- ¿Cómo te sientes al...? Ya sabes... al leer las mentes ajenas ¿Extraño? Un ser que despiadado y sin escrúpulos... no esas no son las palabras correctas. Eran acechador y invasor, si esa si lo eran. -Alguna veces desconcertado, por que ni siquiera pueden ocultarme su opinión sobre mi... y créeme que no es agradable el saberlo siempre.

Off: Recompensa por ayer no postearte preciosa. besos!!!!!! espero que te guste ^^.

Sabía perfectamente que no era su culpa poseer esa habilidad pero me sacaba de quicio que alguien pudiera fisgar en mis pensamientos. Pensaba que era injusto ese privilegio que algunos tenían pudiendo saber en que pensaba la otra persona. Apreté la mandíbula y abrí un poco más lo ojos de lo normal. - No sabía que se pudiera evitar. Musité centrándome en su mirada. - Digamos que a pesar de mi edad no me he relacionado con muchos vampiros, y menos de esa clase... Tragué saliva al recordarlo. - Más bien fui una vampira solitaria, la mayoria de mi existencia la he pasado en Alaska, pero sin apenas contacto con el clan Denali.

Tensé mi expresión, no sabía como preguntarle aquello ni si se lo iba a tomar mal. De todas formas, lo iba a saber en cuanto lo leyera en mi mente asi que me armé de valor y separé los labios pero no emití sonido alguno. - No sé como preguntarte esto... Dije al fin - Aunque probablemente ya lo habrás visto en mi mente. A veces lo podrás evitar pero otras probablemente seguirás leyendo lo que pienso. No te culpo, no es culpa tuya. Pero es molesto. Continué intentando expresar mi situación lo mejor posible.

Respiré hondo y expresé mis pensamientos en voz alta, clara y vocalizando lo mejor que podía. - Lo que quería saber es... ¿cómo fue tu vida antes de... que te convirtieran? ¿quién te transformó y por qué circunstancias? y... ¿cómo has vivido hasta que llegaste a Forks? Exhalé el aire que había inalado y pude sentir como el alivio recorría mi cuerpo. Ahora me sentía mejor, con un peso menos de encima. Sonreí para mis adentros y suspiré.

Alcé la mirada intentando evitar su reacción, no quería verla. El cielo se oscurecía cada vez más, me pregunté que hora era. Ya estaba en un color cercano al negro pero con destellos azulados. No había ni una sola estrella diminuta, estaba coloreado de una manera uniforme. Miré el reloj de pulsera que llevaba atado con una correa de color azul a la muñeca derecha. Ya eran las 4:27.

Una fría brisa corría cerca nuestro, las farolas de alrededor todavía dejaban un tono amarillento sobre nuestra piel blanca como la leche. Todo continuaba en silencio, tragué saliva suavemente y desvié la mirada hacia él con expresión de culpabilidad. Tenía miedo de oír la respuesta, por un momento me arrepentí de haber formulado aquella estúpida pregunta. ¿Cómo iba a reaccionar?

Off : perdona el retraso, y perdona el no estar a la altura de tus post. T.T

Asentí comprendiendo la fuerza de voluntad que debería requerer. - No he dicho que fuera fácil, simplemente que pensaba que era imposible evitarlo. Soy consciente de que en el caso que fuera posible requeriría mucho esfuerzo. Aclaré manteniendo la voz baja, casi como un susurro. - Bueno, en realidad no importa. Si cuesta tanto da igual, no es culpa tuya. Perdóname por ser tan borde pero es que me saca de quicio esa habilidad

Asentí. - Viví allí al principio y al final... Dije como si estuviera hablando para mí misma.- Al principio, cuando me conviertieron, para estar alejada y aprender a controlarme. Estuve allí 24 años. Vi alguna vez a algún miembro de los Denali pero nunca hablamos. Me gustaba estar sola. Empecé a recordar y me sumí en la historia haciendo pausas cortas de vez en cuando para obligarme a proseguir. - La segunda vez, al final. Antes de llegar aquí, a Forks. Desde 1939 hasta ahora. Tampoco mantuve relación con el clan Denali, ni si quiera los vi. Creo que no estaba en condiciones de ver a nadie. Intenté mantenerme alejada de todos. No por ellos, sino por mí. Vaya, que egoísta. Producí una insonora carcajada burlándome de mí misma. Había pasado la mayoría de mi existencia allí. - Como te he dicho antes, soy una vampiresa solitaria. Sonreí intentando tomármelo con humor.

Asentí. - Por supuesto, vamos a dar una vuelta. Sonreí y después comencé a escuchar su historia. Lo estaba imaginando, su madre en la casa decorada de la época, con el dolor de la muerte de su marido en cada rincón, con un hijo a cargo y un trabajo indignante aunque este le proporcionaba un hogar para ella y para su hijo. Viviendo en la casa de un hombre supuestamente extraño que casi nunca salía, que siempre aguardaba en su hogar y no les permitía apenas intimidad. - Vaya, lo siento. Debería ser muy duro para tu madre tener que hacerse cargo de ti y trabajar a la vez. Debe ser duro no haber visto nunca a tu padre. Yo, por suerte, mantengo vagos recuerdos de los míos... Suspiré. - Pero bueno, ahora estamos hablando de ti. Sonreí.